Fue una semana intensa llena de la adrenalina y el rigor de mi trabajo. Ese que por lo general me revitaliza y cura todo. Esta vez conseguí a ratos lo primero. Nunca realmente lo segundo. Filmamos en una casa en La Dehesa, frente a este lugar donde pasé el mejor Año Nuevo de mi vida. Ahí estaba la Loma del Viento, como una ironía, como una lección. Como ambas dos. Ahí estuve trabajando horas de horas sin poder escapar a la vista de las montañas que me atrapaba y dejaba sumida en un silencio triste.
Miraba los cerros, antes verdes ahora blancos de nieve (¿otra semejanza?), un escalofrío recorría mi espalda. Un dolor que se ha hecho permanente mi corazón. Estaba tan cerca y a la vez tan lejos. Como estuvimos 6 meses tú y yo. Unidos como dos Inseparables y al mismo tiepo desunidos por una lejanía de la que no fuí conciente hasta el mismísimo final.
Sentía tu energía ahí a la vuelta de la esquina. Tus territorios, tus calles, tus despertares y atardeceres. Volví a preguntarme cómo estás, qué te ha pasado en estos 30 días sin vernos y como la montaña, todo permaneció sin respuesta, tan silencioso. Como tú.
Dicen que después de un mes comenzaré a estar mejor. Dicen que te arrancaste, que no fuiste culo, que te aterraste, que me debes extrañar tanto o más que yo a tí. Me gustaría saber de tu boca cómo estás y qué sientes cuando, como yo, te quedas viendo aquellos cerros que fueron nuestros todas las veces que los recorrimos con nuestra música, nuestros besos y nuestras risas........ Que estés bien.
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